sábado, 20 de marzo de 2010

Mensaje en la botella I

Mi primer recuerdo de Pedro:
Una mañana calurosa de agosto, bajo un sol abrasador, en una linda playa de arena blanca. El cielo azul, una brisa suave, y al fondo, las aguas turquesas del Atlántico. Tumbado perezosamente boca abajo, Pedro se protege del sol con una camiseta blanca sobre su cabeza. Al poco tiempo, se levanta con desgana, indolente, y paso a paso, se dirige a la orilla. Pasa junto a mí, y no me ve. Se adentra poco a poco en el agua. Primero un pie, luego el otro. El agua está fría, y sólo se mete hasta la rodilla. Pero se acerca una ola y, como para esquivarla, pega un saltito para darle la espalda y evitar el chapuzón. Al quedarse de cara a la playa, se da cuenta de que le estoy mirando, recostado sobre mi toalla para verle mejor...

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